domingo, 4 de abril de 2010

Síndrome de Fatiga Crónica. Cuando el cansancio produce discapacidad


(Del facebook de Chary Romero)
por Ivarelyz Figueredo De Abreu

Aunque no tiene una causa clínicamente comprobada, este padecimiento representa un problema de salud pública mundial al generar un alto porcentaje de ausentismo laboral. Tampoco se conoce un tratamiento efectivo para superarlo. Sin embargo, los especialistas continúan investigando este mal que, incluso, puede generar el aislamiento social de una persona

Seguramente, alguna vez le ha tocado sufrir una de esas gripes que suele llamarse rompehuesos. Esa en la que duelen hasta las pestañas y el cansancio que se siente puede llegar a impedir la realización de los quehaceres diarios. Así, lo único que provoca es acostarse a reposar, mientras se toma consomé de pollo, varias limonadas calientes aderezadas con miel y algunos antigripales. Lo normal es que a los pocos días pasen los síntomas, uno se sienta bien y vuelva a la rutina.

Pero, ¿se imagina que no se reponga? ¿Que la fatiga persista a pesar del descanso y los remedios caseros? Pues, a veces este cansancio extremo puede convertirse en un padecimiento por sí mismo, llegando a afectar la calidad de vida y las relaciones sociales de una persona. Si el agotamiento permanece por más de seis meses y reduce en 50% la capacidad física e intelectual, se puede estar en presencia del Síndrome de Fatiga Crónica (SFC).

El neurólogo del Instituto Diagnóstico de Caracas, Pedro Luis Ponce, explica que la debilidad es una reacción de alerta que avisa cuando el cuerpo está llegando a su capacidad límite de respuesta, se siente sobrecargado de trabajo o tensión emocional y requiere reposo; “sin embargo, si este descanso no ofrece alivio significativo y además aparecen otros síntomas como debilidad, alteración en la memoria reciente, faringitis, ganglios inflamados, dolores musculares y articulares, cefalea, febrícula (quebranto), ansiedad y visión borrosa, hay que estar muy alerta”.

El SFC aún no tiene una causa clínicamente conocida, a pesar de que se presentaron brotes epidémicos con características similares entre –1940 y 1960– en Estados Unidos e Islandia, los cuales recibieron la denominación de Iceland Disease y Royal Free Disease. También, en los años 80, se le llamó “fiebre de los yuppies”, dada su alta incidencia en personas jóvenes, de un nivel socioeconómico alto, con una actividad profesional sumamente competitiva.

Por esta razón, el diagnóstico se hace difícil y se requiere establecer una historia clínica completa en la que se descarten patologías asociadas o enfermedades entre cuyos síntomas esté la fatiga. “Se debe hacer un análisis por exclusión, porque el cansancio es un padecimiento muy inespecífico y puede ser producido por otros síndromes”, explica Ernesto Rodríguez, médico internista-psiquiatra del Instituto de Medicina Integral de San Bernardino, al tiempo que agrega que puede estar asociado a la fibromialgia (enfermedad que contempla dolor muscular, fatiga crónica e insomnio), disfunción inmunológica, agentes infecciosos (virus de Epstein Barr, de la mononucleosis crónica, del herpes), irritación del sistema nervioso central o la hipotensión.

Asimismo, debe descartarse la presencia de depresión, porque ésta puede producir síntomas vagos parecidos a los de la fatiga crónica, aunados a tristeza patológica, irritabilidad, ideas suicidas y al desgano en la realización de las actividades que antes solían ser placenteras.

Todas estas posibles causas continúan bajo el microscopio de los especialistas, pues el SFC puede ser considerado como un problema de salud pública mundial al generar altos porcentajes de ausentismo laboral. “No es una enfermedad mortal por sí misma, pero cada día lleva a más personas a una situación de invalidez funcional total y, además, ocasiona grandes costos monetarios”, indica Rodríguez.
Mujeres propensas

En sus inicios, este síndrome puede ser confundido con una gripe o con el cansancio común, producto de la agitación constante en la que debemos vivir. De hecho, en 85% de los casos tiene como manifestación inicial un episodio gripal. Sin embargo, no todo el que está cansado sufre SFC.

“Lo esencial de esta enfermedad es que exista una fatiga intensa nunca experimentada por el sujeto, un agotamiento que afecta hasta el modo de amarrarse los zapatos. Estas personas deben invertir el doble del esfuerzo en todas las actividades de su rutina diaria, quedando totalmente exhaustas”, indica Rodríguez.

Aunque ningún estudio ha comprobado cuál es la raíz del SFC, se sabe que se puede precipitar en personas estresadas o que han sufrido un cambio traumático en su vida. Específicamente, existe una mayor prevalencia entre la población femenina, de 30 a 50 años.

En Estados Unidos, donde el Centro de Control de Enfermedades y el Instituto Nacional de Salud llevan a cabo investigaciones, se ha determinado que en las mujeres este síndrome es tres veces más común que la infección por HIV y considerablemente mayor que el riesgo de contraer cáncer de pulmón. En adolescentes también se han realizado estudios y los resultados muestran que hay un índice mayor, alrededor de 30 por 100.000, en menores de 16 años. En Venezuela no existen cifras al respecto, aunque los especialistas estiman que el SFC como co-morbilidad (patología simultánea) de la fibromialgia y la depresión se presenta en 60% de los casos.



“La fatiga crónica afecta de modo muy grave la calidad de vida de un paciente. Normalmente, no se encuentra ningún síntoma ligado al déficit neurológico, pero, según algunas investigaciones, puede deberse a una inflamación en las interconexiones del sistema nervioso que impiden que los neurotransmisores efectúen su función adecuadamente, limitando las respuestas de las personas hacia su entorno”, señala Pedro Luis Ponce, quien agrega que lo importante es investigar a fondo y determinar si el paciente padece trastornos psiquiátricos, hepáticos, cardíacos, renales o algún tumor cancerígeno que le induzca al cansancio físico.
Soluciones paulatinas
El pronóstico a largo plazo de los sujetos con SFC es reservado, por lo impredecible e inespecífico de la enfermedad. Algunos pacientes sanan completa o parcialmente, mientras que otros tienen que aprender a vivir con esta discapacidad luego de pasar por un largo tratamiento sintomático (por más de seis meses), es decir, una terapia dirigida a controlar por separado las dolencias que se incluyen en el síndrome.

Ernesto Rodríguez señala que se suelen prescribir medicamentos para el insomnio, rutinas de actividades físicas dirigidas por un especialista, rehabilitación con ejercicios leves, una dieta balanceada, cambios en el estilo de vida e, incluso multivitamínicos, antimicóticos, antidepresivos, ansiolíticos o antivirales. Además, el apoyo familiar, el acercamiento y la compresión son muy importantes. “Sin embargo, todavía no hay nada totalmente comprobado en cuanto a tratamiento. Lo que se sabe es que el abordaje terapéutico debe ser multidisciplinario; donde participen psicólogos, psiquiatras, fisiatras, internistas, reumatólogos y nutricionistas que puedan guiar a la persona hacia la superación de su problema”.

Cuando se padece el Síndrome de Fatiga Crónica, el paciente entra en un estado de discapacidad que puede transformarlo en un aislado social, porque lo único que busca es descansar para aliviarse. De allí que se deba estar atento ante cualquiera de las manifestaciones sintomatológicas que contempla, pues es posible que, en lugar de atravesar por una época de fuerte cansancio, esté a pocos pasos de convertirse en un agotado perenne.

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